Sobre mí

 

¡Hola! Soy Vicente, una persona normal, con problemas normales, que un día tuvo una crisis y mientras vivía intentando salir de ella aprendió que quería dar un cambio en su vida y que en la vida nunca se deja de aprender.

Crecí siendo un niño muy responsable, “un bon xic”, como se dice en mi tierra. Siempre fui un niño muy maduro que sabía cómo “tenían que ser las cosas”.

Y así seguí creciendo, de niño a adolescente, de adolescente a joven, y de joven a adulto… risas, miedos, aventuras y desventuras, como todos vivimos en nuestra vida, aunque eso sí, yo sabía “como debían ser las cosas”.

Un día, la vida decidió mostrarme que estaba equivocado, y que las cosas no eran como yo pensaba. Obviamente, no fue un día, fue un proceso, poco a poco, un cúmulo de circunstancias al que colaboraron las personas indicadas, a las que ahora puedo dar las gracias ya que contribuyeron a que yo evolucionara. En muchas ocasiones lo pasé mal, sufrí y no entendía porqué se comportaban de cierto modo algunas personas. También, en ocasiones yo me comportaba de forma en la que después no me reconocía, entonces ¿qué pasaba?

No interpretéis por esto que mi crisis fue causada por personas ajenas y yo no tuve nada que ver, para nada. No es que llevara una “mala vida” (si es que alguna es mala), o tuviera alguna adicción (cosa que en caso de que hubiera sucedido, pues tampoco debería ser un estigma) o cualquier cosa que se puede pensar cuando rápidamente pensamos en cómo alguien puede contribuir para pasar una crisis. Tampoco era una persona especialmente triste… ni con tendencias depresivas.

Como he dicho era (soy) una persona normal. Y como con cualquier persona normal, el universo obró de forma perfecta, como siempre hace, para poner las piedras en mi camino y así ver si yo las superaba, las conseguía saltar, apartar, o cogía otro camino. Y las piedras que no me ponía él, ya me las ponía yo, (¡¡¡que para eso soy una persona normal!!!) y me encargo yo también de ponerme las pruebas que aún no he superado.

Si nunca hubiera tenido la crisis de identidad sobre quién soy yo no estaría donde estoy ni sería quien soy.

La crisis, muy resumida, fue algo así como que todo lo que pensaba sobre mi, sobre mi vida y sobre La Vida, todo lo que creía y todo aquello que defendía como valores personales, me di cuenta que quizá no era cierto, e incluso me vi incumpliendo algunos (obviamente no es “todo”, nunca nada es todo o nada). Me explico, todos tenemos una definición de qué es ser una buena persona, qué es lo que hay que hacer en la vida, cómo es el amor, qué es una pareja, qué es un buen trabajo, etc. Todos estructuramos nuestro mundo y juzgamos (a nosotros y al prójimo) basándonos en “cómo deben ser las cosas”. Por supuesto, ese cómo es subjetivo y de nuestra cosecha (ya hablaremos algún día de las creencias y como forman nuestra personalidad), pero somos “tan grandes” que lo hacemos universal. Nosotros (yo) sabemos y los demás no… de ahí que haya tanta gente que sabe de fútbol, economía, política, relaciones, y un largo etcétera. Luego lo manifestamos con más o menos tacto y humildad, pero debajo está la línea de “las cosas son así”, y lo que nos ocultamos es: “así como yo digo”.

Mis valores se rompieron y ya no sabía quién era, ni en qué sostenerme, es como si de repente toda la imagen que había construido de mí mismo, todo lo que yo era, no me sirviera, y no tenía ninguna imagen nueva, ningún yo nuevo, así que ¿qué era yo? ¿quién era yo? ¿qué era lo correcto? ¿qué es el amor? ¿cómo debe ser una pareja? ¿cómo hemos de “ir por la vida”? Mil preguntas sin respuesta (que antes sí la tenían) asaltaban mi mente, y mi alma ... mi corazón estaba roto en mil pedazos, yo no sabía como se había roto, pero sé que había sido partícipe de esa rotura, y no hablo sentimentalmente (que también), hablo a todos los niveles.

Ahora como, he dicho hace unos párrafos, agradezco cada momento vivido que me ha ayudado a llegar aquí: los buenos y los menos buenos. Esto, que se escribe fácilmente, estuve mucho tiempo diciéndolo, y creyéndolo, pero no lo sentía dentro… estaba aceptado y creído a nivel racional, y era verdad, pero algo dentro seguía doliendo y diciendo: ¡joder! pasar por tantas cosas ¿merece la pena?

La respuesta “No merece la pena”, no resonaba en mi, así que sabía que era falsa. Aunque tampoco podía sentir la contraría “sí ha merecido la pena”. ¡Qué complicado! ¿verdad?

Hoy creo que sí lo ha merecido, aunque he cambiado un poco la frase: “Ha merecido la alegría”.

Profesionalmente estudié Ingeniería Informática, y a eso me he dedicado hasta hoy. Por suerte, todos mis puestos de trabajo siempre han estado relacionados con el trato con la gente, solucionar problemas, optimizar cosas (procesos), etc. ya que la programación, y los temas muy técnicos, no han sido mi prioridad. He sido técnico de soporte, administrador de sistemas, director de un departamento de informática en una universidad privada, etc.

Y, con ese historial, aquí estoy escribiendo un blog sobre la vida y las personas… ¡vaya cambio!

El trabajo que hice para salir de mi crisis me hizo descubrir mi vocación: la terapia, ayudar a los demás. No es que fuera algo oculto, mi segunda opción cuando empecé la universidad fue psicología. Realmente no sé bien porqué me atraía, desde luego no lo vivía como una vocación, ni la informática… La informática me gustaba, y la psicología… no sé, siempre he disfrutado escuchando y hablando con las personas... y, cosas de la vida ahora estoy cursando el grado de psicología a distancia.

Además del grado de psicología, estoy estudiando terapia gestalt y terapia sistémica. También he estudiado desprogramación biológica, EFT, PSYCH-K®, … Así que “con la tontería”, llevo ya algunos años formándome en el mundo del desarrollo personal.

Estoy convencido que las personas, los seres humanos, no se pueden encasillar, encuadrar, etiquetar, diagnosticar por unos hechos observados aisladamente de todo su ser, su historia e incluso la de sus antepasados, y lo sé porque lo viví yo mismo. Además, también sé que si quieres que algo cambie, quien debe cambiar eres tú, ya sea para cambiarlo o para aceptarlo. Desde luego si quieres que algo sea diferente y sigues haciendo lo mismo vas a obtener siempre los mismos resultados.

Aquí hacer un apunte, si quieres que algo cambie, y lo intentas desde la lucha, pelea o similar, no obtendrás buenos resultados a largo plazo. Todo lo que implique la palabra pelea, lucha, etc., implica un desgaste que te pasará factura. Y no hablo de usar la fuerza o violencia, hablo de conseguir algo “luchando”. No digo que no haya que ser constante, digo que la energía que nos mueve a realizar ese cambio (que insisto debe ser primero en ti), debe ser una energía que nazca desde la paz (no la paz utópica), una energía ecológica, que no implique forzar. Me viene a la cabeza la letra de la canción Man in the mirror.

En el momento de escribir estas líneas, está muy de actualidad definir las terapias que sirven y las que no. No entraré en detalles, ya que no tengo ninguna intención de defender nada. No estoy en contra de ningún tipo de terapia, tan solo cuento mi vivencia, yo, una persona mental, que sabía como tenían que ser las cosas, vivió que el método cognitivo conductual le ayudó mucho, pero quedaban cosas en el fondo que no acababan de funcionar… de repente, usando también otras terapias, con mucha dedicación y ganas de salir del hoyo en el que donde estaba, vi que lo cognitivo conductual me preparaba el camino, me hacía entender cosas racionalmente, y otras terapias llegaban a algún lugar donde cambiaban cosas más profundas… no era cuestión de hacer chas, ni un truco de magia… pasé muchos días, “a todas horas”, haciendo y practicando todo tipo de dinámicas, etc., para poder tirar adelante… al final, el trabajo racional, el emocional y quién sabe si otro de otro tipo resultó que me ayudó (me ayudé), y salí de allí.

He tenido la suerte de que en mi camino se han cruzado personas con titulación de psicología, y otras que no, todas ellas con un objetivo, no dar nada por supuesto sobre mi y ayudarme a que yo encontrara mis herramientas y las usara para crecer. De todas ellas he aprendido mucho.

Hoy por hoy, tengo días mejores y otros peores, como todos, la diferencia es que mi nivel de aceptación y comprensión hacia mi es mucho mayor (y también hacia los demás). Me doy cuenta cuando mi ego quiere salir a “hacer de las suyas”, a veces lo puedo parar y otras lo dejo, pero como sabe que me he dado cuenta se modera…

Una de las cuestiones que me hicieron dar un gran salto en mi trabajo emocional y desarrollo personal, a parte de la terapia, fue el Máster de Desarrollo Personal y Liderazgo que cursé en el Instituto Aware de septiembre de 2015 a junio de 2016. Esos meses fueron el punto de inflexión, el momento en el que todo el trabajo que había comenzado tiempo antes empezó a dar sus frutos y, a partir de ahí, supe que nunca dejaré de trabajar en mi y en lo que quiero hacer con mi vida.

De ahí surgió la idea de montar este blog, que lo tengo medio montado desde diciembre de 2016… y es ahora en febrero de 2019 cuando lo retomo y escribo este apartado del mismo. Quiero comprometerme con él e ir publicando cosas periódicamente. No sé cada cuanto, desde luego, sé que a día de hoy, quiero mantenerlo vivo.

La idea es escribir sobre la vida, sin más, no hay objetivo ni meta, tan solo que sea un lugar donde pueda dejar escritas reflexiones sobre la vida.

Si quieres saber un poco más de mi, en concreto qué significó el Máster, el punto de inflexión para mi, te invito a que leas mi primera entrada.

Un abrazo y recuerda que siempre hay un motivo para sonreír (¿estás respirando en este momento verdad? pues ya tienes un motivo…).

Por cierto, aquí encontrarás playlist molonas!

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